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CRÓNICAS HOTELERAS

El Coto Matamoros noruego

Es clavado a él. Alto, cabeza rapada y anchos hombros. Viene a recepción con el folleto de esa cadena de reparto de pizzas porque quiere pedir una .  Faltan cinco minutos para que llegue la hora  límite del reparto, llamo y me dicen que los repartidores se han marchado ya. Se lo explico al Coto Noruego, se me queda mirando fijamente y con un "No good" rompe el folleto en dos pedazos y lo deja en el mostrador. Hasta en las formas de no estar de acuerdo se le parece al Matamoros.

Y lo admito: tiene razón.

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